Sin embargo, no es aconsejable que los niños permanezcan mucho tiempo en el agua, sobre todo si están quietos y no saben nadar.
Se pueden enfriar. En el mar, el organismo pierde calor con una rapidez asombrosa, situación que puede llevarlos a un inesperado colapso circulatorio.
El agua y la temperatura corporal durante el verano
En todo momento, es necesario estar atentos a los cambios de temperatura de los niños. Los síntomas más comunes que nos indican una pérdida de temperatura son el castañeteo de dientes, las tiritonas, el color pálido violáceo de la piel y la lividez de los labios y del lecho ungueal.
No bien aparecen estas perturbaciones, es necesario retirarlos del agua, hacerles unas vigorosas friegas cutáneas, abrigarlos y ofrecerles una infusión caliente.
También es necesario evitar las continuas zambullidas y salidas del agua; los contrastes de temperatura les pueden resultar muy perjudiciales.
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