Beneficios del agua

El agua es el componente indispensable de un buen verano. El agua del mar, del río, del pantano y hasta el agua helada que bebemos a cada momento. El agua nos beneficia por dentro y por fuera.

EI 80% del cuerpo humano es agua. En verano, el calor pone en peligro este inestable equilibrio por la necesidad del orga¬nismo de mantener constante la temperatura corporal. Las calorías extras se eliminan a través de la sudoración y con ella se evaporan líquidos y sales minerales.

La deshidratación amenaza sobre todo al niño, ya que su superficie cutánea es más extensa en relación al peso, y la concentración de agua en su cuerpo es mayor que en el adulto. Hay que ofrecer agua al bebé, a menudo. El mayorcito ya se encargará de pedirla con la impaciencia característica de sus pocos años.

Nada mejor que el agua para reponer los líquidos y electrolitos perdidos. Es frecuente que en las costas, el agua sea dura: tiene más calcio, magnesio y hierro. Su sabor es desagradable y deja la piel áspera. Es más indigesta que el agua blanda, por lo que es recomendable beber y preparar el biberon del pequeño con agua embotellada.

Un adulto debe reponer por lo menos un litro de líquido al día. Principalmente agua, pero también leche, zumos, verduras, infusiones heladas, etc. Todo ello, con poca sal o azúcar, con el fin de evitar que se fijen las grasas corporales. En cuanto a las bebidas alcohólicas y gaseosas, aportan líquidos, pero también muchas calorías, por lo que conviene controlar su absorción.

Beneficios del agua sobre el cuerpo

Moverse en el agua proporciona frescor y un agradable masaje. Sentir la caricia del agua sobre nuestro cuerpo proporciona placer. Además, en el medio acuático somos más ligeros. Nos movemos con más facilidad, ya que el peso de nuestro cuerpo es diez veces menor que en tierra. Todo ello invita a practicar la natación y otros deportes acuáticos como el buceo o la pesca submarina.

Las olas tonifican la piel y reafirman los tejidos. Iguales beneficios aportan el chorro de la piscina o la ducha de casa, alternando el agua fría y caliente en las partes del cuerpo donde se acumulan la grasa y la celulitis —caderas, vientre y muslos— y en los pechos. Para completar esta puesta en forma, nada mejor que dar largos paseos con los pies en el agua. Este inocente ejercicio afina los tobillos y alarga los músculos de las piernas.