Los peligros de la deshidratación son tanto mayores cuanto más pequeño sea el niño que la padece. Un lactante de 5 kilos que pierde medio litro de agua diaria habrá disminuido su peso corporal en un 10%.
Ello equiva le a una pérdida de 7 kilos en un adulto que pesa 70. La labilidad del equilibrio hídríco de los bebés es muy grande y los peligros de la deshidratación serán tanto mayores cuanto más pequeños sean. Durante los meses de verano la deshidratación se puede ver agravada por la sudoración, el calor y la inapetencia.
Como prevenir la deshidratacion en el verano
En los casos de una falta de hidratacion leve, la lengua y la piel están secas y, si se coge entre los dedos la piel del abdomen formando un pliegue, éste persiste durante unos segundos. En cuanto a la fontanela, suele estar hundida. Si la diarrea continúa, a estos síntomas se agregan la fiebre, los ojos hundidos y el llanto débil.
Por supuesto se debe evitar por todos los medios que el niño llegue a tales extremos de deshidratación. Si no fuera posible localizar a un pediatra, es aconsejable suspender de inmediato la alimentación habitual; se le ofrecerá sólo limonada alcalina o suero oral cada diez minutos y en pequeñas cantidades.
Una vez pasado el peligro, la realimentación debe ser muy lenta y progresiva. Si se trata de un bebé lo más probable es que el médico aconseje reiniciarla con alguna leche pobre en lactosa. En cuanto a los niños mayorcitos, la alimentación consiste en yogures naturales, arroz hervido, zanahorias, pollo o pescado hervido, manzanas y plátanos.