lunes, 10 de noviembre de 2008

Vitaminas para el verano


Con la llegada del verano hace su aparición una amplia gama de frutas y verduras que proporcionan las vitaminas que el organismo de los chavales necesita acopiar para las estaciones frías.



EI consumo de frutas y verduras propias de cada estación mu presenta múltiples ventajas. En cada momento del año la sabia naturaleza nos ofrece los productos más adecuados para cubrir las necesidades nutritivas de los chavales. Cuando están bien maduras, todas ellas saben mejor, resultan más apetitotsas y nos ofrecen el máximo de su contenido vitamínico.



Que vitaminas consumir para sentirse bien durante el verano



En la actualidad, las modernas técnicas de conservación nos permiten disponer de todo tipo de alimentos, en cualquier época del año, pero conviene tener en cuenta que, gracias a los productos de estación, podemos aprovechar a tope todas sus propiedades.



Antaño la cocina "de temporada" era un hábil recurso para administrar correctamente el dinero —comer fresas en invierno era un lujo al que podían acceder sólo unos pocos... En la actualidad, las madres deben saber que, además de ventajas para el bolsillo, las frutas y verduras de estación constituyen un valioso medio para que los niños hagan acopio de las mejores vitaminas.



Los vivos colores de las fresas, los tomates y los pimientos nos anuncian un rico tesoro de ácido ascórbico, la vitamina necesaria para prevenir catarros y resfríos. Durante un paseo por el campo, ¿quién se resiste a coger las tentadoras frambuesas, las oscurísimas moras o las deliciosas grosellas? Todas estas frutas silvestres son alimentos muy ricos en vitamina C y tienen la ventaja de que, desde el punto de vista energético, contienen muy pocas calorías: apenas 33 por cada 100 gramos.



La vitamina C se encuentra en los cítricos, los kiwis, el fresón, las fresas, el melón, los pimientos rojos y verdes, las espinacas, los tomates, etc. Forma parte del colágeno, una sustancia que cumple las funciones de cemento intercelular. Además, esta sustancia es fundamental para facilitar la recuperación de las quemaduras y prevenir los resfríos y catarros. Su carencia produce el escorbuto, una enfermedad que antaño era muy común entre los navegantes que no consumían frutas frescas. Por fortuna, en la actualidad, este proceso que produce hemorragias —sobre todo en las encías y debajo de la piel—, heridas en la comisura bucal, depresión nerviosa y anemia, es poco frecuente-

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